… y se dice que las mujeres no conducen bien?

No me había olvidado de vosotros, ¡oh, jugadores nuestros! Tenía esto en el astillero y es largo, espero que compense la espera. Hoy voy a hablaros un poco del color, de su percepción y cómo funciona. Espero que os guste.

Quede advertido que ni soy físico ni genetista ni antropólogo; así que podemos debatir el texto 🙂

Para empezar, vamos a negar esas generalizaciones. Sí vemos el color pistacho, no le falta ninguna capacidad a una mujer para conducir. Dejadme que os explique algunas cuestiones previas antes de daros la respuesta.

¿El color dónde está: En la luz, en los objetos, en los ojos, en nuestro cerebro?

La luz. Nosotros, humanitos, vivimos en un planeta regado por nuestra estrella, el Sol, que emite una luz blanca; ¿y qué ocurre con esta luz blanca? Que la descomponemos en espectros de color muy fácilmente distinguibles en el arcoiris. Fuera de estos siete colores perceptibles tenemos el infrarrojo y el ultravioleta. Son estos siete colores con sus propiedades físicas y mesurables los que nos dan el abanico de posibilidades de colores.

Pero existen más fuentes de luz. Es así con la luz cálida del fuego, la luz de neón, las luces de bombilla de colores, la bioluminiscencia, etc. Este tipo de luces reducen el espectro visible, tanto es así que no seremos capaces de ver, literalmente, una pelota verde bajo una luz roja. Otra cosa es que nuestro cerebro esté tan capacitado de señalar «es una pelota verde», pese a que no exista el verde en este espectro de color.

Imaginad también que estamos en otro planeta, o con otra estrella que nos ilumine. Como las cualidades de la luz cambian, así cambia la percepción.

Por otro lado el blanco es la mezcla de ese arcoiris, antes de que sea arcoiris, y el negro es la ausencia de luz. El negro puro y absoluto es muy difícil de ver, sólo en momentos como encontrarse en una habitación totalmente cerrada; y en esos momentos no habrá objetos. Podemos saber que están, pero no los vemos, es como si no existieran. Un conocido decía «cada vez que llego borracho a casa, mis padres cambian de sitio los muebles». Escabullirse como un ninja, estar perjudicado en los sentidos y tener poca luz torturará los deditos chicos de tus pies.

Los objetos. Ese haz de luz es el que rebota desde los objetos hasta nuestros ojos para que el cerebro identifique el color. ¿Cómo es esto? Pongamos una luz diurna solar y una pelota roja. El arcoiris de color toca la superficie y se «come» todos los colores salvo el rojo, que rebota desde ella; así una pelota azul se «come» todo menos el azul.

Si recordáis que en verano nos vestimos de blanco, es porque tiene más capacidad de rebotar todo ese arcoiris. Mientras tanto una camiseta negra da calor porque absorbe, no rebota la luz, las emisiones del sol pasan tan panchas a tocar nuestra piel.

Somos capaces de ver nuestro entorno por su volumen y su color. El volumen es, digamos, la gradación de luz/oscuridad según el ángulo en que incide la luz ; mientras que el color es una información secundaria pero muy importante en un sentido evolutivo (por ejemplo para conocer que esas setas rojas son venenosas, no aptas para un risotto). Podríamos vivir ciegos al color, sería todo en blanco y negro; y las personas son magníficas con los volúmenes. El daltónico podrá afirmarte que ve el mundo, y que alguna información se le pierde porque el color para él es distinto. Aquí nos quedamos con que los objetos tienen su volumen y sus tonos.

Los ojos. Aquí sí que podemos hacer distingos entre hombres y mujeres, pero no lo es menos entre individuos del mismo sexo. Nuestros ojos son producto de nuestra genética, y así mi misma hermana cuenta con un ojo totalmente diferente al mío. Todos somos mutantes.

Puede haber una muy ligera especialización genética que un antropólogo diría que es para esto o aquello. Que si el macho protohumano caza, que si la hembra cuida a sus retoños. En otros animales la especialización genética por sexo es harto visible; para nosotros ni lo es tanto (salvo, ya sabes, los tíos tenemos glándulas mamarias que están ahí pa ná, y esas otras diferencias en que un adolescente sabe detenerse tanto; como que el volumen muscular masculino sea mayor), ni es de tanta importancia. Porque nuestra real y asombrosa baza evolutiva es la inteligencia. Inteligencia, adaptabilidad, aprendizaje.

Lo cierto es que entre el ojo de una mujer y de un hombre hay algunas diferencias más notables que entre personas del mismo sexo. Una, perceptible a simple vista, es el tamaño de la pupila en relación con el iris, más grande en los varones. Se dice que los ojos de una mujer son más expresivos, pueda ser porque son más patentes la filigrana del iris y sus colores. Y se dice que esta expresividad pueda ser para conectar mejor con los bebés.

En otra característica más desconocida, los ojos contienen un número de células especializadas llamadas conos y bastones. Esas células cono son las responsables de percibir el color, mientras que los bastones, ciegos al color, sí que perciben la luz. El número de conos es mayor en las mujeres (generalidad, recordad, somos mutantes; y si bien he afirmado que los hombres tienen más masa muscular hay mujeres que por su genética, sin entrenamiento, superan a otros individuos del otro sexo); mientras que el número de bastones es mayor en los hombres.  Esto se traduce en que ellas ven el color con más sutileza (son mejores identificando esas setas venenosas, o que tenemos un color chungo en la piel y estamos enfermos) y ellos ven mejor los volúmenes (son mejores percibiendo el espacio, las formas y viendo con poca luz).

Además habréis escuchado alguna vez sobre los receptores del color. Un perro tiene dos, siendo que ve azul y verde y sus mezclas; las mariposas tienen cinco, el ojo humano tiene tres receptores, rojo,verde y azul (en inglés red, green, blue; el famoso RGB -otro día atacaremos si queréis, el CMYK y los primarios cian, magenta y amarillo). Pero… ¿sabías que hay personas con cuatro receptores del color? O sea, gente con el superpoder de ver el infrarrojo o el ultravioleta. ¡Están entre nosotros!

El cerebro. Vale que la luz impone sus normas físicas, vale que los objetos se conjugan con ella para rebotar el color, vale que el ojo humano tiene sus capacidades y limitaciones, pero todos estos factores se traducen dentro del cerebro. En lo que, repito, somo realmente buenos es en aprender, en adaptarnos. Del mismo modo que yendo al gimnasio uno desarrolla músculo, una persona que se entrena es capaz de distinguir mejor los colores y los volúmenes. También y por contra, si existe una disfunción en el cerebro, aunque el ojo se encuentre en perfectas condiciones, se dificultará nuestro sentido.

Es más, dadas las particularidades de nuestro ojo y nuestra cabecica, si tú y yo (lector de mis entretelas) miramos la misma cosa, cada uno tendrá su propia experiencia y para ti puede tener algo de morado ese color mientras que para mí es más azul. El color es subjetivo.

Eso por un lado, y por otro el color es cultural. ¿Qué me dices, que hay cosas ahí fuera que porque no las hemos aprendido, aunque existen, no las vemos? Sí, sí, en efecto. Si no hay una palabra para un concepto, el concepto, según entendemos, no existe (o existe, pero como si no; como estar a oscuras en la habitación, tus muebles están ahí, pero como si no estuvieran; si estás en una habitación ajena por sorpresa y a oscuras no podrías describir si hay o no hay muebles). Se sospecha que el azul es un color del que sabemos hace poco: los antiguos griegos en sus escritos describían el mar como del color del vino. Para nosotros es azul, para ellos vete a saber si era burdeos. En un caso más reciente se ha preguntado a un pueblo del África que señalaran de entre una rueda de muestras de color cuál era diferente; y tenían hartas complicaciones para el azul, y sin embargo distinguían sin problema tonos de verde con una precisión que a nosotros nos puede resultar (y es) asombrosa.

También es cultural que aparezcan nuevos colores en, por ejemplo, la moda y de pronto nos volvamos excepcionales en hacer a un lado el verde sapo del verde melón del verde botella del verde hoja del verde pistacho del… Hay, incluso, bautismos a un tono determinado. Así es muy chachi para los creadores de estilo sacarse de la manga un nombre para su colección. Yo mismo me pregunto por qué el color kaki es marrón cuando la fruta es anaranjada o qué parte del pistacho han escogido para ese verde pistacho.

Hablando de hacer comercio con el color, ¿sabíais que hay colores como el azul Tiffany, el rojo cocacola o el rojo Ferrari que están patentados? Existen modos de medir el color mediante el convencionalismo del pantone (muestreados de color de RGB/CMYK) en o un espectrógrafo para observar las propiedades de onda de la luz (el color es luz rebotada). Ya si un color puede pertenecer a alguien es otra historia…

En resumen y en respuesta a la pregunta que da título a la entrada. Es totalmente falso que ellos no sepan del color pistacho o que ellas no conduzcan apropiadamente, puesto que contamos con unas condiciones externas idénticas y unas herramientas sensoriales muy muy similares; además de que el aprendizaje se impone sobre los sentidos. Otra cuestión es que, en tanto que no nos interese, agrupemos los colores en verde para todas sus variedades o no mantengamos actividades que nos hagan interiorizar los objetos en el espacio.

Eah, que tengáis un buen día y que os maravilléis con aquello donde pongáis vuestra mirada 😀

Dudas, ruegos, imprecaciones aquí abajo.

4 Comentarios

  1. Muy interesante el artículo :Thumbs-Up:

    No sabía yo que hoy iba a aprender tanto sobre los colores y la forma en la que los percibimos :Grin:

    • ¡Gracias! Pintar es entender más allá de la superficie (dígase también por la anatomía, perspectiva, diseño…), espero que te haya gustado.

      Veo que tienes una miniatura en tu perfil, hace un tiempo largo yo pintaba miniaturas, lo que se aplica al 2d también puede usarse en ellas. Quizá me apunte a dar ideas sobre pintado 🙂

Responder a David Arenas Cancelar respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.