La apertura de un nuevo juego siempre va acompañada de todo tipo de sensaciones agradables, hay diferentes escalas, algunos simplemente sentirán la alegría de por fin tener ese juego tan esperado en su colección pero hoy quiero hablar de la parte mas oscura y perversa, una verdadera parafilia, la desvirgación de un juego de mesa:

Dale al play and feel it

Ya está aquí, entre tus brazos, deseando sentirte. Empiezas abriendo su plástico protector, buscas esa esquinita tímida y debil que te de acceso a su interior, pruebas tocando por diferentes zonas hasta dar con la más sensible, oh si, ese momento en el que rompes su plástico por primera vez, primero despacio, con respeto y cariño y finalmente con fuerza y poca mesura. Ves su cuerpo desnudo, sientes su textura, sabes que está ahí por y para ti.

Te pones nervioso pero sabes que tienes que concentrarte y dar lo mejor de ti, es un momento único e irrepetible, vas a entrar por primera vez. Con cuidado retiras la tapa superior pero algo te impide continuar, su tablero, lo despliegas con delicadeza, es frágil y hay que hacerlo despacio para evitar dañarlo, una vez abierto te deleitas con sus colores y piensas en todas las horas de placer que te dará, lo cierras con cariño y decides penetrar más a fondo en la caja.

Estás dentro, que magna satisfacción. Te encuentras con las planchas de troquel, sabes que con los nervios y las prisas podrías dañar alguna ficha al retirarla  así que decides hacerlo despacio, sintiendo como se abren con el solo sentir de tus húmedas yemas, sabes que aún queda mucho por descubrir y lo quieres todo, el cartón puede esperar.

Llegas a las cartas, las tocas, pasas una a una rápidamente sintiendo su textura rugosa, gozando con sus colores. En ese momento sabes que ha llegado la hora del sumo deleite: olerlas. Disfrutas de ese divino olor virginal, sabes que nunca volverá a ser tan placentero, tan puro.

La consumación está cerca, llegas a lo más profundo de su interior y descubres el  placer en sus mas altas cotas: plástico. Ves por primera vez esas piezas tan detalladas, te acercas a ellas, las disfrutas con todos tus sentidos, oh… que placer. El clímax perfecto.

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